Los expertos explican que las videoconferencias consumen más energía mental que las presenciales porque hay que prestar más atención. Participar en una videollamada, normalmente desde tu propia casa, requiere que bloquees todos los objetos personales que te rodean, las interrupciones de los compañeros de piso o de la pareja, los niños correteando, las tareas del hogar, etc.
“La atención es un recurso limitado”, explica a Fast Company Stefan van der Stigchel, profesor de psicología experimental en la Universidad de Utrecht en los Países Bajos. “Todo ese recurso debe asignarse a una pantalla. . . Es una realidad virtual realmente pobre. Necesitas transportarte a un lugar donde no estés físicamente presente, mientras ignoras todas las distracciones a tu alrededor”.
La incapacidad de concentrarse en una actividad puede afectar lo que haga después de la llamada de videoconferencia, y la falta de concentración mientras está detrás del volante puede tener consecuencias graves y potencialmente mortales.