SAN FRANCISCO — Desde 1989, Microchip Technology ha operado en un remanso sin glamour de la industria electrónica, fabricando chips llamados microcontroladores que agregan poder de cómputo a automóviles, equipos industriales y muchos otros productos.
Ahora, la escasez mundial de chips ha elevado el perfil de la empresa. La demanda de los productos de Microchip supera en más de un 50 % lo que puede ofrecer. Eso ha puesto a la empresa, con sede en Chandler, Arizona, en una posición de poder desconocida, que comenzó a ejercer este año.
Si bien Microchip normalmente permite que los clientes cancelen un pedido de chips dentro de los 90 días posteriores a la entrega, comenzó a ofrecer prioridad de envío a los clientes que firmaron contratos por 12 meses de pedidos que no se podían revocar ni reprogramar. Estos compromisos redujeron las posibilidades de que los pedidos se evaporaran cuando terminara la escasez, lo que le dio a Microchip más confianza para contratar trabajadores de manera segura y comprar equipos costosos para aumentar la producción.
“Nos da la capacidad de no contenernos”, dijo Ganesh Moorthy, presidente y director ejecutivo de Microchip, que el jueves informó que las ganancias en el último trimestre se triplicaron y que las ventas aumentaron un 26 % a $1650 millones.